De lo que sí que presume el Agility es de motor. Se trata de una mecánica más que probada y que ha demostrado su robustez y fiabilidad.
En marcha es muy enérgico en la respuesta, tanto que tienes que ponerle dulzura al puño del acelerador cuando inicies la marcha con el suelo mojado. Un auténtico cohete a la salida de los semáforos para dejar atrás al resto de los vehículos y sacar ventaja.
Su reparto de pesos con un 36,7% en el tren delantero no es para presumir sobre el papel, pero lo compensa con creces con una postura de conducción muy adelantada para cargar peso del conductor. Y además resulta muy efectiva si vas con prisas. Ahí es donde se luce por su agilidad y bajo peso. Tan adelantado vas que no podrás consultar el cuadro de instrumentos de reojo, obligándote a agachar la cabeza.